Ruka está en la Laponia finlandesa, a unos 800 kilómetros al norte de Helsinki y a muy pocos kilómetros de la frontera con Rusia. Puedes viajar a Laponia y disfrutar como nunca del esquí de fondo o experimentar emociones fuertes a bordo de una moto de nieve o un trineo de perros. Todo ello, en medio de una naturaleza salvaje y en silencio. La estación de esquí se encuentra en una zona casi deshabitada, rodeada de parques nacionales y a un paso de Rusia. Semejante entorno invita sobre todo al esquí de fondo. Se pueden explorar los bosques boreales y los lagos helados de la región a través de 500 kilómetros de pistas preparadas para esta modalidad. En invierno se puede disfrutar de cuatro o cinco horas de una luz maravillosa bajo cielos que oscilan entre el azul, el rosa y el amarillo más intensos. Los rayos del sol se multiplican por el reflejo en la nieve y crean los efectos más extraños. Pero el más extravagante de todos se produce por la noche. En la oscuridad, hay que extremar la atención y mirar de vez en cuando a la bóveda celeste para no perderse el espectáculo de la aurora boreal, que recorre como un espíritu primitivo el cielo, encendiéndolo con luces rojas, moradas y verdes. Cualquiera que haya probado el esquí de fondo sabe que el premio no está en robar segundos al cronómetro, ni en dibujar la pirueta más ingeniosa. El esquí nórdico se disfruta con el oído, al escuchar el roce de los esquís con la nieve en medio del silencio blanco, y con la vista, al descubrir nuevos paisajes gracias al esfuerzo de los propios músculos. Estas sensaciones son especialmente gratificantes en tu viaje a Laponia, donde a menudo se tiene la impresión de encontrarse a muchos kilómetros de la civilización, por lo que son de agradecer los refugios y las paradas donde está permitido encender una hoguera. En busca de nuevas aventuras, y aunque pueda parecer una actividad poco esforzada, pilotar un trineo de perros exige mucha atención, cierta fuerza física y sobre todo un estado mental sereno preciso para llegar a buen puerto. Los perros son los mejores conductores en estas tierras blancas. Tras la energía y la disciplina que invierten en tirar del trineo se encuentra el espíritu de quienes aquí habitan. A bordo de un trineo se puede entrar en plena comunión con el medio, compartiendo el silencio de sus paisajes sin sufrir la impertinencia del ruido de un motor. Sin embargo, a las excursiones que aquí se organizan pueden apuntarse todo tipo de personas de cualquier edad, con la garantía de que serán una vivencia memorable en tus viajes a Laponia con niños. También conviene dedicar al menos una jornada a la moto de nieve, para la que se reservan aquí hasta 700 kilómetros en rutas marcadas. Sobre la superficie sin obstáculos de un lago helado se puede poner a prueba el temple a gran velocidad.
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